Es evidente que no se ahorró en los momentos de ingente bonanza. Sin ahorro previo, cuando la crisis estalla las únicas medidas que se pueden tomar son procíclicas, es decir, ajustes que reducen gastos e inversiones. En ese momento se plantea un ahorro que llega en el peor instante ya que comprime el flujo económico y acelera la tendencia a la caída estrepitosa de la economía. Dichas medidas son las que empuja el inefable FMI ya que aseguran el pago de la deuda externa, lo único que le interesa. Esas medidas “enfrían” una economía que se congela y empeoran la situación.
De cajón, es evidente que las medidas que deben tomarse se corresponden con la realización de una serie de estímulos a la economía para empujarla a crecer. En ese minuto son válidas las expansiones del gasto público, una impresión moderada de dinero suplementario, emprender programas de endeudamiento etc. Sin embargo, como esas medidas se tomaron en la parte más elevada del ciclo económico, las mismas tienden a sobrecalentar la economía, ejercer presiones inflacionarias y dilapidar los recursos necesarios para emprender esas medidas cuando más se necesita.
En la situación actual el gobierno de Maduro parece atrapado sin salida. Dada la feroz recesión de la economía se encuentra con una serie de gastos e inversiones que ya no puede sostener, y con una necesidad de incrementar las tarifas y precios de todas las mercancías que otrora eran subsidiadas por una renta petrolera ingente y que hoy se ha hecho exigua. Todas las ciclópeas distorsiones macroeconómicas que antes fueron maquilladas por la colosal renta petrolera, hoy muestran su faz más agónica. Fundamentalmente diríamos que: 1. No se puede subsidiar más el tipo de cambio a Bs. 6,3. 2. No se puede seguir regalando la gasolina que incluso se está importando. 3. No se puede sostener la extrema baratura (subsidio) de los servicios públicos y 4. No se puede seguir amarrando el precio de los alimentos y medicinas a un precio del dólar irreal y extremadamente sobrevaluado. El subsidio es insostenible y la regulación extrema amenaza con desaparecer los bienes que aún circulan.
Por todo lo anterior a Maduro se le presenta (a completa falta de voluntad y pericia para emprender medidas socialistas radicales) la “obligación” de efectuar un draconiano paquete de ajuste macroeconómico mucho más grave y empobrecedor que el aplicado en 1989 que precedió al “caracazo”.
En las crisis estructurales, cómo ésta, los pingues esfuerzos bolivarianos por disfrazar a millones de personas de su condición de población obrera sobrante (POS) para el capital, naufragan. Es decir, personas carentes de medios de producción que el proceso de acumulación de capital no encuentra como explotar bajo ninguna relación de valorización, han sido “sostenidas” a fuerza de transferencias estatales y enormes subsidios para evitar que no se sumerjan en la miseria extrema. El 2016 es el año del fin del espejismo donde la economía estalla en su impotencia de sostener a la POS. La forma política que toma el final de la distribución asistencial de la renta es el ajuste económico.
Sabiendo lo ruinoso del ajuste económico, Maduro se niega a emprenderlo, pero tampoco avanza en una dirección comunista que descargue una parte central de la crisis en los capitalistas. Por tal razón Maduro anuncia anuncios que anunciará próximamente… Con desesperación empuja la pelota hacia adelante y trata por todos los medios de evitar tener que tomar las medidas de ajuste referentes a los 4 tópicos que explicamos arriba. Maduro sabe que tomar esas medidas destruiría la base ideológica del chavismo que se vende como un amoroso distribuidor de provento a los más pobres, a través del expendio y regalo de bienes subsidiados hasta en 99 % (gasolina). Por todo ello el más absoluto inmovilismo lo gobierna y el más ampuloso y estrafalario rosario de medidas inocuas y anodinas salen de su agenda (crear un ministerio de agricultura urbana).
Esta situación desespera a la población y ofrece la sensación de que el gobierno es absolutamente impotente para resolver la crisis. De manera pública muchos chavistas han exigido la renuncia de Maduro en aras de preservar el legado político de Chávez. Lo ideal para ellos es forzar a la ultraderechista y antiobrera oposición nucleada en la MUD, a realizar el ajuste económico y a obligarlos a cargar con el peso político de semejante fardo de medidas antipopulares. La MUD a sabiendas de esto dilata de forma velada el golpe de estado “legal” contra Maduro, para evitar una victimización bolivariana que haga resurgir el ideario chavista luego de las horrendas consecuencias económicas del ajuste. El país se hunde y todos juegan a acomodarse en la ciénaga.