Venezuela está sufriendo una situación sumamente delicada, el negocio del momento se basa en la compra y reventa sobrevaluada de mercancías de primera necesidad, una especia de situación de guerra en donde círculos de aprovechados y amorales se apoyan de la situación y generan un mercado paralelo a beneficio personal, todo esto a costa de grandes pérdidas para la economía del país.
Muchas formas hay de proceder para adquirir divisas y transformarlas en enormes beneficios, todas ellas ilícitas y de gran perjuicio para el país y los comerciantes y productores que procuran seguir adelante honesta y correctamente.
Todo esto ha generado como consecuencia directa o indirecta una fuga de capitales venezolano, las ganancias fraudulentas son sacadas o protegidas por estos “inversionistas” a fin de consolidar su beneficio.
Una forma de medir con bastante exactitud la salida de capitales neta de un país (cualquiera de ellos), es auscultando una cuenta denominada: “Transferencia neta de recursos al extranjero”. En dicha cuenta se puede observar un “neteo” de lo que ingresa y egresa en la cuenta de capitales del país. En ella no se toma en cuenta la balanza comercial, ni los intereses de la deuda externa que se ubican en la cuenta de importaciones CIF, como “servicios financieros
En el año 2011 el precio del petróleo alcanzo una cifra muy suculenta, superior a los 100 dólares por barril, en este año la salida de capitales llegó asomar cifran cercanas a los 36 mil millones de dólares. Dicho monto, fugado en apenas un año, es mucho más de la deuda externa de Venezuela en el año 2000. La fuga de capitales que ahorca a la nación lleva ya desde 2004 un ritmo que triplica a la de 2001. La huida de capitales del fatídico 2011 fue seis veces mayor a la de 2001 cuando precisamente no existía control de cambio y había plena facilidad de conversión de bolívares a divisas.